7 estaciones: verano
El calor provoca la dilatación de los cuerpos. En las carreteras, imperceptibles y aburridas aguardan el verano largas tiras de caucho negro. Atravesadas, tumbadas día y noche, a la vez en ambos lados mientras no cumpla el mercurio la mayoría de edad. Como el piloto de un vuelo trasatlántico eterno, como los pasajeros del metropolitano de Tokyo esperan la hora punta con el corazón doblado en una esquina del bolsillo.
El verano tiene los termómetros llenos de gordos que empujan para caber en el mismo sitio, y nadie puede evitarlo. Es curioso que la dilatación se produzca físicamente por el aumento en la energía cinética de las moléculas. Eso significa que si transmitimos a los cuerpos que van dentro la velocidad del vehículo que pasa sobre las juntas de dilatación en el preciso momento en el que éstas se rinden a la evidencia de que los dos trozos de asfalto que separan
se van a besar
entonces será inevitable que se enamoren por contacto.
Luego está el agua, pero cuando llega es demasiado tarde. Dos trozos de asfalto que, recalentados por el sol, se hinchan hasta fundirse, nunca podrán ser separados por ningún invierno.
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